Ciclos pestilentes y mortalidad

Aun no me he cansado de hablar de la peste (no puedo cansarme de este tema)

El régimen demográfico de tipo antiguo se caracteriza por presentar cotas de mortalidad muy altas, dependientes de factores externos que diezmaron la población en muchas ocasiones.
Las causas de esta elevada mortalidad eran: el escaso desarrollo técnico de la economía agraria, que llevaba a la dificultad en cubrir las necesidades alimenticias de toda la sociedad; un reparto de la riqueza desigual, que de nuevo la consecuencia era que las clases bajas estuvieran mal alimentadas y fueran más vulnerables; falta de higiene generalizada y escaso desarrollo de la medicina.

Había una fortísima mortalidad infantil, aproximadamente un cuarto de los recién nacidos no llegaba a cumplir un año y si lo superaba, el sarampión o la tos ferina podían ser letales. Tras los niños, las mujeres embarazadas eran las más afectadas por las altas tasas de mortalidad y luego los ancianos.

Las causas de las crisis demográficas son: la guerra, el hambre y las enfermedades epidémicas, aunque solo voy a centrarme en lo último.

Las enfermedades eran una de las principales causas de mortalidad y descenso demográfico. Las más comunes eran el sarampión, la difteria, la gripe, sífilis, paludismo (malaria), tuberculosis, viruela y tifus. Pero la peste es la más interesante por su recurrencia periódica y por su elevada tasa de letalidad, caracterizada por sus dolorosos y nauseabundos síntomas además de que su aparición era imprevisible.

"Al estar paralizados todos los ramos de actividad, los empleos cesaron, desapareciendo el trabajo y, con él, el pan de los pobres; y los lamentos de los pobres eran, ciertamente, muy desagradables al principio, si bien el reparto de limosnas alivió su miseria en ese sentido. Cierto es que muchos escaparon al campo, mas hubo miles de ellos que permanecieron en Londres hasta que la pura desesperación les impulsó a salir de la ciudad, al solo fin de morir en los caminos y servir de mensajeros de la muerte, pues hubo quienes llevaron consigo la infección y la diseminaron hasta los confines más remotos del reino.
Muchos de ellos eran los miserables seres de objeto de la desesperación a que he aludido antes; y fueron aniquilados por la desgracia que sobrevino después, pudiendo decirse que perecieron, no por la peste misma, sino por sus consecuencias; señaladamente, de hambre y de escasez de todas las cosas elementales, sin alojamiento, sin dinero, sin amigos, sin medios para conseguir su pan de cada día ni nadie que se lo proporcionase, ya que muchos de ellos carecían de lo que llamamos residencia legal y por ello no podían pedir nada a las parroquias. (...)
Todo ello, si bien no deja de ser muy triste, representó una liberación, ya que la peste, que arreció de una manera horrorosa desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, se llevó durante ese tiempo a unas treinta o cuarenta mil personas de estas, las cuales, de haber sobrevivido, hubieran sido una carga demasiado pesada debido a su pobreza."

Diario del año de la peste. Daniel Defoe